La esperpéntica osadía de Raúl
"Nunca he llegado tan bien a un Mundial", soltó ayer Raúl. Sí, González Blanco, el capitán del demacrado Madrid y de nuestra soñadora Selección. Pues, madre mía, ¡cómo llegaste a los otros! Perplejo me quedo. Absorto, anonadado. ¿Es un intento por autoconvencerse? ¿Qué esconden esas palabras enlazadas con tan osada fe? Alguien debería llamarle a la cordura y desabrocharle la venda. Quizá la frase venga a explicar los anteriores fracasos de Raúl y el resto de los españoles en citas estivales, la razón es que quizá sea el enfoque adecuado para esclarecer por qué mandó un penalti al limbo, mientras Zidane cosía un balón de falta a la escuadra. Por cierto, qué antítesis. El galo se retira renunciando a un taco ingente de euros, con la cabeza gacha y haciendo autocrítica ayer mismo. Me resulta todo tan confuso, no acierto a hallarle un razonamiento lógico. Será que no lo tiene. O que soy todavía demasiado pueril o que simplemente soy un malpensado. A mí, cuando escucho repetida esa frase en mi fuero interno, me entra una mezcla de risa y de mala leche, por ser políticamente correcto y no cagarme en... Pero, ¿a qué estamos jugando? ¿Nos vacila o qué? ¿Se cree que no vemos nada, que no entendemos nada, que no sabemos analizar un poco el fútbol? Uno ya duda de todo y sigue preguntándose cada día hasta cuándo durará el esperpento en la Casa Blanca. Bueno, en realidad no me lo pregunto, estoy convencido de que la hecatombe va a ser muy dilatada. Si el Barça vagó cinco años por la nada sin alcanzar el extremo de descomposición de este Madrid...
Pero me desvío del asunto central. Qué palabras más osadas e incautas. No mete un gol ni al arco iris, ni a mi abuela, ni a mi hermana, y se atreve a vomitar esa frase. Alguien debería dar un toque de atención a este vividor de rentas, por más que muchos alaben su entrega y profesionalidad. Pamplinas, se mantiene donde se mantiene por lo que fue. Ya que tiene un puesto asegurado en la lista de 23 del irreprochable (ironía, claro) Sabio, agraviando a otros futbolistas de más presente, al menos debería tener la decencia y la condescendencia de guardar silencio, si no de agredecer a espuertas ese privilegio que malhuele a divino. ¿A qué obedece ese ataque de loa personal? Debe ser uno de los efectos colaterales que todavía sacuden, y seguirán sacudiendo, al Madrid actual, ese producto megalómano alzado por obra y gracia de aquel egocéntrico y prepotente ser celestial.
1 comentario
Nacho -
¡Un abrazo desde Madrid!